- que te gusta más? el pichi o la caca?
- la caca -afirmó con seguridad- sabes por qué? porque la caca es más espesa… (Gringuito, 1997)
Norberto Donoso trabajaba en la misma oficina desde hacía ya 6 años, jamás había comprendido del todo cual era el rol que debía desempeñar, mas tenía la certeza de que fuese cual fuese, lo hacía de maravilla, de que otra forma se explicaba entonces que aún conservara su puesto?
El salario no era una maravilla, de hecho distaba bastante de ser al menos digno, pero el seguro dental era buenísimo. Su cubículo era diminuto y de tristes tonos, pero un ventanal inmenso le brindaba luz durante toda la jornada. Afuera llovía desde hace unas cuantas horas, adentro el aire era frío, más le estaba prohibido encender el calefactor eléctrico y aún mucho más encender una hoguera en el papelero. Volvió al trabajo, firmó un último documento y decidió tomar un café, tal vez en compañía de Martita, la secretaria de gerencia, o de Tito, el de remuneraciones; con cualquiera que fuese, debía antes ir al baño.
Donoso Rebolledo era un tipo visionario y por sobre todo, emprendedor; se detuvo en un artículo que en ese momento resultaba del todo interesante para sus pretensiones: informaba que el alza en el precio del dólar y la baja del franco -todo esto ocurrió previo a la era del euro- ofrecían un panorama desolador para los empresarios del hilo, mas sumamente auspicioso para Norberto, quien llevaba ya 11 meses planeando su renuncia. El suyo era un buen trabajo, no sería sino un maldito malagradecido si afirmase lo contrario, por qué entonces abandonarlo? Porque tal y como el hombre que trabaja etiquetando frascos de mostaza, Norberto sentía que no explotaba allí el potencial que había heredado de sus antepasados, quienes antaño amasaran una extensa fortuna administrando burdeles y verdulerías en el norte chico.
Norberto lo había planeado detalladamente, dejaría todo: casa, familia y amigos, vendería su Citroen 2cv6 e instalaría una cordonería en Quilpué. Calculaba que haciendo unos cuantos sacrificios, luego de 38 años habría ahorrado lo suficiente como para comprar una vaca… de ahí a estar posicionado entre los 10 hombres más ricos del país había tan solo unos cuantos pasos, pasos que aún no tenía del todo claros, pero por ahora no perdía el tiempo en nimiedades.
Sonrió, solo en el baño lograba estos instantes de genialidad, solo allí había conseguido elucubrar tan magnífica estratagema; nada hubiera sido posible si no fuese porque hacía 11 meses sus deposiciones eran líquidas, acintadas y 96% sangre, gracias a eso pasaba más tiempo en el baño que fuera de él, gracias a eso había ideado su propio sueño americano, sin duda lo que le pasaba era una bendición... pensó en orar, pero llevaba ya 3 horas sentado en aquel lugar y alguien más podía requerir hacer uso del mismo, además, se le estaban entumeciendo las piernas.
Dobló el periódico, se aseó, depositó $150 y retiró un chocman desde la Vendomática que yacía a su costado izquierdo ¿de que mente privilegiada había sido la idea de retirar aquel antiguo bidet, instalando en su lugar una expendedora de golosinas? No había dudas: los ingenieros chilenos eran una maravilla!
Se dirigió hacia la puerta y al acercar su mano a la manilla escuchó un ruido que le heló la sangre, volvió la mirada y contempló estupefacto como frente a él, dentro de la tina y hasta entonces oculto tras la cortina de baño, se encontraba un hombre alto, pálido, de mirada fría e inexpresiva. El terno gris dibujado por líneas verticales, el sombrero de copa y -claro- la metralleta que portaba en sus manos, lo hicieron comprender lo obvio: era un gangster.
Norberto Donoso no era aún conciente de su temor cuando ya 102 proyectiles descansaban en su tórax y abdomen; apoyado de espalda contra la puerta, se deslizó lentamente hasta llegar al suelo, sin poder siquiera pronunciar una palabra debido a la sangre que profusa emanaba desde su garganta y emergía al medio a través de su boca. Lentamente sintió como se apagaban sus latidos, se congelaba su piel y se extinguía su vida...
Puede que esto sea grave -pensó el muy imbécil- y cerró los ojos, al momento que le parecía adivinar en el rostro de su asesino una leve y casi imperceptible sonrisa, aunque claro, también pudo ser una mueca, tal vez sólo le picaba la nariz.
Justo antes de abandonarse en los brazos de Thánatos, un relámpago golpeó a Norberto, una corriente fría recorrió su raquis y una verdad irrefutable lo bofeteó, sintió terror por vez primera: había olvidado tirar la cadena.
Para quienes se lo pregunten, esta es la historia de porqué la cara interna de nuestra puerta de baño se encuentra pintada tan solo en su mitad superior, así es como sus ejecutores ocultaron la sangre del difunto Norberto María Donoso Rebolledo, el cadáver más gordo del patio 35, en el Cementerio General…
Alguna vez fueron al baño en una fiesta, tiraron la cadena y el agua del inodoro comenzó a subir? Es por mucho, el momento más aterrador en la vida de cualquier ser humano.
Cambio y fuera.
¡Hola, mundo!
Hace 1 año.