Corre el año 1994, soy un pequeño-lechón de tan solo 9 años y visibles 74 kilos de grasa; la srta. Andrea (nombre falso, obvio) llega a la sala en plena clase de inglés, dice que necesita conversar conmigo, va hasta mi pupitre, me toma de la mano y me lleva al patio (para el que piense que esto tiene ribetes de pedofilia que deje de leer y vaya a un psicólogo el muy degenerado!), en el patio camina muda, mirando el horizonte, como buscando mentalmente la mejor manera de entregar su mensaje (sabe que soy algo limitado, que necesito palabras simples y en lo posible dibujos u obras de títeres para entender lo que me dicen), me lleva a la oficina de pastoral, me invita a tomar asiento, me da té y galletas "Nik" y me mira atenta. Yo trato de adivinar que querrá decirme, siento que es algo importante, y en el caso de que no lo sea, da igual, ojalá que demore un par de horas para no hacer ed. física (soy gordo, eso es lo que soy, si me quitan eso pierdo mi identidad). Se sienta junto a mi y comienza una historia de cuando ella era niña, de sus miedos, de que hay que aprender a hacerse responsable de nuestros actos... nada importante, lo único que atrae mis ojos, mi mente y mi atención es una mucosidad que comienza a asomar por su fosa nasal izquierda; ella, como si nada ocurriese, sigue hablando de la necesidad de crecer, de madurar y no sé que otra estupidez... por favor!!! tengo solo 9 años... 9!! soy un niño!! merezco tomar té en mamadera... o no?... da igual, en este momento el mundo entero ha desaparecido: solo existimos el moco y yo... con cada palabra que sale de su boca, el moco crece y crece, se acerca peligrosamene a sus labios, como mierda no va a sentirlo? por favor, que se suene!! nadie me va a creer esto cuando lo cuente en el recreo de las 11:30... ojalá pudiesen verlo los demás, esto es mejor que la clase de religión en la que Víctor gritó: " a la Pía se le paró", mejor que ver a Jara comiendose un "1+1" de la basura, mejor que aquel beso en consejo de curso... no... olviden eso último...
En fin, mi apoderado llegó sin previo toque-de-puerta y la profe no tuvo más remedio que langüetear todo lo que es moco... nadie me creyó la historia, jamás supe que intentaba decirme la profe, nunca más pude volver a respetarla como hasta entonces, nunca maduré y psico-emocionalmente sigo siendo aquel niño de 9 años... y soy feliz igual...
¡Hola, mundo!
Hace 1 año.