the real world... the friends are very important in my world

Es sábado por la tarde (19:30 hrs), tengo frío, estoy cansado y pienso: "qué hago acá? mi cuerpo y mi alma son esclavos del dolor, en casa de mi padre, en cambio, los sirvientes y hasta los cerdos tienen alimentos en abundancia"; regresé entonces a la morada de mi padre, y al divisarme éste a lo lejos, envió a dos de sus sirvientes a preparar el mejor de los cabritos, y dijo a sus amigos "vengan a casa y celebremos, porque mi hijo ha vuelto, estaba perdido y lo he encontrado"...

emm... parece que no pasó así... eso es la parábola del hijo pródigo... la cocaína está acabando con mi memoria a largo plazo...

Comienzo nuevamente... es sábado por la tarde (y toda esa porquería que ya escribí), el punto es que el frío, el hambre, el amor no correspondido, la carencia de distracción y el hecho de que al día siguiente era el día de la madre, me impulsaron a tomar mis cosas (ropa sucia, libros, palos de golf y crema pastelera) y partir hacia mi querido terruño chillanejo... el viaje resultó ser una mierd*, una de esas experiencias en las que, como decía mi abuelo, lo mejor es hacerse el loco, tomar un cuchillo y cortarse los testículos... obviamente es un decir, a lo que él se refería es a que en esos momentos lo mejor es orar... a mi abuelo siempre le gustó orar, sobretodo desde 1953, año en el que se le apareció la virgen mientras acampaba en San Fabián de Alico... con el tiempo se conocieron, se gustaron y la virgen se convirtió en mi abuela...

Pero volviendo al tema, tal vez lo único bueno del viaje fue el reencontrar a una amiga con quien hacía mucho tiempo no hablaba (dejé de dirigirle la palabra desde una vez en que sin previo aviso, se bajó los pantalones y cagó en la puerta de la intendencia, alegando que no era su culpa, que la naturaleza la había hecho débil y que en ese momento la naturaleza le pedía que se diera un gusto... la verdad es que es una imagen horrible que desde entonces he intentado sacar de mi mente practicando yoga, tantra y psicoterapia, y precisamente por sugerencia de mi terapeuta es que decidí exonerarla y culpar a mi padre...)

En fin, el viaje hasta el terminal de Chillán fue agradable, mi amiga me ayudó a estudiar, que es algo que nadie hacía desde que cumplí los 9 años, momento en el cual mis padres decidieron que ya era hora de que me integrara al negocio familiar y me enviaron a esquilar ovejas a Puerto Aysen.

Una vez en Chillán, esperé a que ella tomara locomoción primero (porque soy un caballero... y también porque si no lo hubiese hecho ella me lo hubiera sacado en cara durante un buen tiempo) y luego esperé a que pasara el colectivo que me llevaría a casa... esperé cerca de 2 horas bajo la lluvia y el frío incohercible, hasta que finalmente llegó aquel automóvil negro de letrero celeste, con un hombre alcoholico al volante y una mujer con guagua en el puesto del copiloto... casi congelado, me subí sin poder parar de tiritar, y esperando que el hielo en mis piernas fuese solo producto de la temperatura ambiente y no que me estuviese meando producto del frío...

Anduvimos varias cuadras, nos detuvimos para que subiera un nuevo pasajero... y el auto nunca más partió, para entonces ya eran cerca de las 12 de la noche y yo quería llorar, la semana no había sido de las mejores y estaba terminando en peores condiciones de las que hubiese podido imaginar; estuvimos detenidos cerca de 50 minutos (todo lo que duró la retransmisión radial del segundo tiempo de "La Serena v/s Coquimbo Unido", encuentro que ganó la serena 1-0), hasta que una mujer de buen corazón se detuvo y nos ayudó a cargar la batería... aún así había que empujar durante los primeros metros y aunque inicialmente me negué a hacerlo y propuse que lo hiciera la señora que iba sentada adelate, la guagua no quiso soltarle la teta y obvio, yo tuve que empujar...

La estadía en mi casa fue cortita, pero linda, mi hermana preparó jabalí para el almuerzo de el domingo y mi mamá me dio alcohol para ahogar las penas...

Emprendí el viaje de regreso a Concepción el domingo temprano, a eso de las 2 de la tarde, como el bus viajaba prácticamente vacío, pude reclinar mi asiento al máximo y me dormí plácida y traquilamnete... tal vez demasiado tanquilamente... al despertar el bus se había detenido, "tal vez para que suba o baje algún pasajero" -pensé- más me pareció algo extraño el silencio que reinaba y lo prolongado de la detención... me incorporé entonces y al enderesarme y ver a través de la ventana, comprobé horrorizado que me encontraba en el estacionamiento del terminal de buses, no donde se detienen para cargar y descargar pasajeros, sino donde los guardan al final del día... estaba solo, a las 5 de la tarde, encerrado con llave en el maldito bus de-las-mil-cachas... era la guinda de la torta... tuve que tocar la bocina cerca de 15 minutos para que un auxiliar se digase a aparecer, me dijo que el chofer se había ido a su casa en Talcahuano y que deberían llamarlo para que volviera a liberarme, o bien, para que mandara las llaves.

Eran ya cerca de las 7 de la tarde cuando llegaron las llaves en una bolsa de "Librerías Colon", bajé con vergüenza en la cara y odio en el corazón, me despedí y me dirigí hasta mi departamenteo en el centro; al lleqar, y mientas me reponía de todo lo ocurrido, comí una ensalada de lechugas que encontré en el refrigerador... lamentablemente no me percaté de que aquel sabor extaño no era aceite de oliva, como asumí en ese momento, sino líquido refrigerante que estaba drenando por un conducto que "accidentalmente" rompió Susana...

El arreglo del refrigerador costó $44.000, por lo que Susana deberá trabajar durante 3 años sin goce de sueldo para poder pagarnos... yo me intoxiqué, tengo fiebre, diarrea y a ratos pienso que mi abuelo tenía razón, que en momentos como éstos no hay más opciones que la de hacerse el loco...

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